miércoles, 15 de octubre de 2008

Solas ni los perros nos caen

Una vez le pregunté a un amigo que por qué cuando uno está solo ni los más perros te buscan, pero falta que te empates con alguien para que se dignen a aparecer los “supuestos pretendientes”.

Por un lado una se siente halagada, sin embargo, cuando uno de ellos fue un amor del pasado con quien nunca llegaste a nada, empiezas a dudar (estar o no estar) (ser o no ser) y empiezan los dilemas, sí en plural. Te molestas contigo misma por estar comprometida con alguien más y no poder estar con ningún otro, pero luego comprendes que todo tiene su momento (hey pero si estamos con alguien y viene otro a pretendernos cómo saber si es el momento de ese alguien o de ese otro).

En fin, mi amigo me respondió: “Eres una chama bonita, si un chamo te ve sola va a sospechar y se preguntará qué rayos haces sola siendo tan simpática, en cambio si eres bonita y tienes novio, pues todos querrán estar contigo.
Otra hipótesis es que el ser humano siempre busca lo que le es prohibido o lo más difícil, por ser un reto o por simplemente querer lo que otros tienen”.

También diría que puede ser casualidad, pero he llegado a la conclusión de que estas no existen.

1 comentario:

Armando Ferreira dijo...

Escribiendo desde Denver (atrapado en el aeropuerto):

Ninguna de las dos hipótesis son ciertas jajajaja Claro, en mi opinión.

Eso sucede (sobre todo con los amores del pasado que nunca llegaron a ser) porque siempre se piensa que ESA persona va a estar "disponible" y la puerta para "tener algo" siempre va a estar abierta. No hay ninguna mala intención per se.

Por eso, cuando se ve a esa persona acompañada, la "seguridad" que se tenía se resquebraja o se acaba.

Claro, esta es sólo mi teoría... :-)