No pudimos conocerte, porque la vida solo nos permitió tenerte un ratico y alejada de quienes queríamos llenarte de amor. Como apenas era una niña, no pude entrar a la sala llena de aparatos en la que estabas. Los médicos decían que si sobrevivías, sería una vida muy dura para ti y para tus padres, eso nos ayudó quizá a la resignación.
Recuerdo que salimos tus hermanos, lolo, mi mamá y yo a la parroquia a buscar un padre que pudiera bautizarte, porque según los médicos, no se podía hacer nada más.
Recuerdo también el taxi en el que regresamos a la clínica, era un Malibú blanco y el taxista era un señor ya mayor. Llegamos a la clínica, el padre hizo lo respectivo y te fuiste... Con el tiempo encontramos una forma para que doliera menos y sentir algo de tranquilidad, con tu partida. A nosotros, los niños, nos dijeron que Dios necesitaba angelitos junto a él y tú serías uno de ellos. También recuerdo que cada año e incluso hoy 12 de marzo mi mamá te ha cantado, "Las mañanitas" y aunque no has estado en cuerpo, sabemos que sí en alma y siempre serás nuestro angelito.